Al poner en duda « la primacía del padre [como] imagen patriarcal »[1], Lacan creaba una brecha – que es pertinente mantener – entre padre y patriarcado. Y por una buena razón, el padre del psicoanálisis de orientación lacaniana mi-dit (dice a medias) cómo se las arregla con su goce. Su decir transmite una falta, un agujero en lo simbólico que el Nombre-del-Padre tiene precisamente la tarea de recubrir[2] con cierta flexibilidad inventiva que el orden patriarcal no ofrece.
En su última película, Mon crime[3] , François Ozon retrata una crítica formidable de la lucha contra el patriarcado. Manteniendo intencionalmente la temporalidad de la obra de teatro en la que se inspira la película para permitir « una cierta burla »[4], F. Ozon nos invita a retroceder en el tiempo para enfrentarnos al patriarcado de los años treinta apoyándose en el discurso de la época. Como primer espectador de sus películas, encuadrando todas las imágenes, F. Ozon crea en esta comedia dramática una escena dentro de la escena que permite una brecha donde el semblante puede eclosionar. El momento en el tribunal es paradigmático al respecto : deslizándose en el artificio de la mentira y sirviéndose de los códigos y de las leyes de uso en la época para dirigirse a los jurados exclusivamente masculinos, Madeleine y Pauline manejan el semblante en la medida en que tiene la « función de velar la nada »[5] y, así, crean un espacio de juego dentro del orden patriarcal. Hoy en día, frente a « una multiplicidad de S1 [que ocupan el lugar de] la rutina paterna » y saturan la falta que ya no puede circular – como indica Mathieu Siriot en su texto que se descubrirá en esta nueva publicación de Nobodaddy –, este espacio se reduce considerablemente. El sujeto permanece pegado a su objeto y a su causa. Además, hay que reconocer que, en lugar de reunir a las tropas en torno a una causa común, la lucha contra el patriarcado divide. Cabe preguntarse, por tanto, si el ataque al patriarcado es el blanco correcto. O si el patriarcado no sería el nombre del malestar en la separación, como lo menciona Emmanuelle Borgnis Desbordes en este newsletter. Ese malestar que ya no permite ninguna falta, ninguna brecha con el objeto, hace consistir una ley venida de otra parte que hay que combatir, a partir de ahora, sin el semblante ni la malicia que ofrece el lenguaje, quedándose cada cual con su trozo de lo real que arroja a la cara de su prójimo.
[1] Lacan J., El Seminario, libro 18, De un discurso que no fuera del semblante, texto establecido por J.-A. Miller, Buenos Aires, Paidós, 2009, p. 160.
[2] Cf. Laurent É., « Un nuevo amor por el padre », Freudiana, n°53, mayo/agosto 2008, p. 95-111.
[3] Ozon Fr., Mon crime, película, Francia, Mandarin Cinéma, 2023. [Traducción libre del traductor]
[4] « En public avec François Ozon pour le film ‟Mon crime” », Totémic, France Inter, 10 marzo 2023. [Traducción libre del traductor]
[5] Miller J.-A., Conferencias porteñas, Tomo 2, Buenos Aires, Paidós, 2009, p. 98.
Traducción : Fernando Gabriel Centeno
Relectura : Cinthya Estrada
Fotografía : © Nina Tomas