« En cuanto a mi […] que sea claro […] daría toda Montedison por una luciérnaga »[1]
A cien años del natalicio de Pasolini recordamos « El artículo de las luciérnagas »[2] donde describía la mutación del Otro social : « Al inicio de los años sesenta, a causa de la contaminación […] las luciérnagas comenzaron a desaparecer […] Pocos años después, ya no había. Ahora son un recuerdo, muy doloroso, del pasado : y un hombre anciano que conserve aquél recuerdo, no puede reconocerse a sí mismo joven en los nuevos jóvenes […] Después de la desaparición de las luciérnagas […] Iglesia, patria, familia, obediencia, orden, ya no cuentan […] A sustituir son los “valores” de un nuevo tipo de civilización, totalmente “otra” respecto de la civilización campesina y paleoindustrial ».[3]
Giuliana Kantzà sintetiza : « La contemporaneidad ha destituido la función paterna en su consistencia, en su herencia fundadora »[4]. Con la evaporación del padre, los individuos corren el riesgo de reducirse a piezas sueltas aislados en su propio goce. También el cuidado de los hijos, función originalmente materna, sufre las consecuencias. Substitutivamente se ofrecen las leyes del estado, con un juez como pieza central. La ley del Otro se reduce a los procesos y a la burocracia que les administra. Burocracia : del francés bureau, « despacho », y del griego κρατέω, « dominio ». Del padre, quedan los residuos. Las víctimas de homicidio en familia[5], son testigos dolorosos del lugar que ha quedado vacío, no un vacío cualquiera, sino aquél que da soporte a la ley, a la subsistencia de una interdicción. ¿ Útil a qué ? Lacan es explicito con los mandamientos, no obstante, debemos aún reflexionar : « no me detendré especialmente en su carácter interdictor, sino que diré […] que quizás no son más que los mandamientos de la palabra, quiero decir que explicitan aquello sin lo cual no hay palabra – no dije discurso – posible »[6].
Hoy reconocemos los efectos difundidos socialmente, de la inconsistencia que Pasolini describía amargamente : « Devinieron en pocos años […] una población degenerada, ridícula, monstruosa, criminal »[7]. Con más frecuencia es a la autoridad de un juez a quien el sujeto destina su demanda, en la histérica búsqueda de un amo lejano e impersonal. Sin embargo, su manifestación es un juicio escrito y no la palabra. La verdad de los tribunales es solamente jurídica y el sujeto se somete solamente a la significación del acto judiciario. No obstante, la debilidad de los sujetos toma la vía judicial : por ejemplo, en los procesos de transición y en la prescripción de cura a los adolescentes. Una medida judicial puede parecer el último puerto para quien está subyugado al goce sin límites. Sin embargo, la sentencia puede reportar al sujeto a una posible relación con el Otro y con la propia responsabilidad, en el sentido etimológico del respondeo, es decir, recurrir al otro prometiendo algo, o sea, activando la palabra. En este espacio de la civitas, la linterna de la psicoanálisis tiene un lugar porque « naturalmente, para comprender los cambios de la gente, es necesario amarla »[8].
Referencias del autor :
[1] Pasolini P.P., « 1°febbraio 1975. L’articolo delle lucciole », Scritti corsari, Garzanti, Milano, 2008, p. 134. [traducción nuestra]
[2] Lo stesso articolo era stato pubblicato sul « Corriere della sera » con il titolo « Il vuoto del potere in Italia ».
[3] Pasolini P.P., op. cit., p. 129-131. [traducción nuestra]
[4] Kantzà G., Evaporazione del padre, Mimesis, Milano, 2021, p. 3, inédito. [traducción nuestra]
[5] https://www.istat.it/it/files/2021/02/Report-Vittime-omicidio_2019.pdf.
[6] Lacan J., El Seminario, Libro 7, La ética del psicoanálisis, Buenos Aires, Paidós, 2007, p. 86.
[7] Pasolini P.P., op. cit., p. 131. [traducción nuestra]
[8] Ibidem. [traducción nuestra]
Traducción : Liliana Zambrano
Relectura : Tomas Verger
Fotografía : © Fred Swoboda