Servirse del padre pulverizado – Liana Velado

© Nathalie Crame

I. Función de excepción y nominación

La relación entre el Nombre-del-Padre y la Nominación se despliega en los Seminarios de Lacan R.S.I. y El Sinthome. En el Seminario 22 plantea la excepción, y dice que « cualquier sujeto puede hacer excepción, el lugar de excepción implica que alguien puede inscribirse en el lugar del síntoma, situarse como S1, en relación a todos los otros significantes, pero a condición de ser marca de un deseo efectivo, así el padre puede ocupar el lugar de la excepción »[1]. Y es desde la función de excepción, que puede autorizarse a nombrar. La nominación es un acto y un acto no es un ritual o una actividad performativa, no es tampoco repetir otra nominación y esto es una cuestión muy actual, que los estudios de género, los queers, y los feminismos no tienen en cuenta, que el acto suscita un cambio, unos efectos de goce y también su regulación, introduce lo singular y que si no hay acto, no hay nominación. Con el acto el nombre se vuelve necesario y no cesa de escribirse, el nombre civil no garantiza la nominación, porque no garantiza el acto. Por otra parte, el sujeto puede o no consentir a las marcas que hacen posible el anudamiento del cuerpo al nombre. Nominar en su dimensión de acto es instaurar una relación entre el sentido y lo real, no es decir lo que hay o lo que soy, como acto ya se refiere a lalangue que sirve al goce y no a la comunicación.

J.-A. Miller señala que nombrar es un acto y tiene consecuencias porque no se trata de comunicarse con el Otro, no se trata del sentido sino de « agregar a lo real algo que tiene sentido ». « A partir del hecho de que nombramos hay cosas que suponemos no carecen de fundamento en lo real. El nombre del padre es el padre que cambia las cosas. Recibimos eso. »[2]

II. Servirse del padre pulverizado

Lacan habla en la Nota sobre el padre de « evaporación del Nombre-del-Padre »[3] y Guy Briole en la conferencia de presentación de Pipol 11 en Barcelona, señaló que se trata de su pulverización. Cuando hay una pulverización quedan muchos restos y residuos flotando y estos restos y residuos del padre podrán ser tomados por los sujetos uno u otro, o también uno y después otro, lo que pueda servir en cada caso o momento. Esos restos pueden ser rasgos, posiciones imaginarias, un sinnúmero de significantes identitarios. Será posible usar otros objetos, los de la ciencia, los de la técnica industrial, de la medicina, a modo de objetos a, no causa de deseo sino de goce. Si el Nombre-del-Padre está pulverizado su posición de excepción también y sus restos y residuos no podrán nominar o serán nominaciones que no serán un acto y no podrán anudar el goce a la palabra, no podrá nombrar la falla estructural del hablante, y queda sin nombrar o queda recubierta por una nominación imaginaria. Explicaría la clínica actual, con soluciones singulares fuera de las clásicas père-versiones, clínica liquida, con amarres ligeros, errancias de un punto a otro, la autonominación… servirse de esos restos pero no pasar sino tal vez de uno a otro.

[1] Lacan, J., El Seminario, libro 22. « RSI », inédito, clase del 21 de enero de 1975.
[2] Miller, J-A., Piezas sueltas, Buenos Aires, Paidós, 2013, p. 70.
[3] Lacan J., « Nota sobre el Padre », El Psicoanálisis, n 29, Barcelona, 2016, p. 6.

Fotografía : © Nathalie Crame