Ultrapadres : ¿ se puede subrogar lo inexistente ?* – José R. Ubieto

© Pascale Simonet – https://www.pascale-simonet.be/

Una celebritie española, Ana Obregón, decide alquilar el vientre de otra mujer para gestar una hija con el material genético de su hijo Aless, fallecido hace un año. Nacida la niña, ella se declara su abuela y otorga la paternidad al hijo que – en vida – le expresó su anhelo de ser padre en un futuro.

¿ Se puede ser padre sin hacer acto de presencia en esta vida – ni antes, como partenaire de la madre, ni luego como ejerciente  solo con manifestar un anhelo y ceder su material genético ? Si fuera así ¿ Qué lo distinguiría de un donante anónimo ? Si hacemos caso a la sabia distinción romana entre genitor, el que engendra sin futuros vínculos con su descendencia, y el pater que es el que cría y educa efectivamente, la respuesta a la pregunta inicial sería No.

Padre ya no es un título que se recibe por herencia sin que uno deba hacer méritos para merecerlo, ni tampoco es el resultado de una autodeterminación, tan en boga actualmente. No se es padre o madre porque alguien lo soñó un día o lo afirmó tal cual. Nuestra era performativa, donde basta enunciar algo para que lo dicho se realice, es fruto de otro rasgo muy de época : la idolatría del yo, esa pasión que tenemos por nosotros mismos y « porque yo lo valgo ». Como si la vida – maternidad y paternidad incluidas  carecieran de límites. De cualquiera de los habituales que, como el tiempo, el cuerpo o la muerte, laminan nuestro anhelo de alcanzar la eternidad.

Un padre es sobre todo una función, que puede ser subrogada en la pareja cuando alguien fallece – incluso aunque nunca conociera a su hijo como sucede en algunas situaciones de viudedad  pero requiere siempre que esa función se encarne (tome cuerpo) en un sujeto. « Un padre solo tiene derecho al respeto, sino al amor, si el dicho amor, el dicho respeto,  decía Lacan en RSI  está perversamente (père-versement) orientado, es decir, que hace de una mujer el objeto a que causa su deseo »[1]. De esta manera, Lacan se distancia de cualquier idea del amor a un padre no afectado por la sexualidad, cuyo deseo puro no estaría tocado por la pasión. Es preciso transmitirles a los hijos una versión propia de la vida y de la satisfacción. Se puede retransmitir esa versión en su ausencia, como vimos, pero hace falta previamente que estuviera encarnada en el vínculo de ese deseo como adultos. Resulta difícil que una madre transmita el deseo de paternidad de su propio hijo fallecido, en todo caso podría hacerlo de su pareja, en caso de fallecer o desaparecer. En una sociedad niñofila (término de M. Segalen) como la nuestra, las familias se construyen a partir de los hijos, son ellos quienes las constituyen y las organizan, a veces hasta en los mínimos detalles (horarios, ocio, alimentación). Pero, eso no implica que los lugares de madre, padre o hijo/a sean intercambiables.

Las tecnociencias nos mostraron que se podía externalizar la conversación (WhatsApp) y los duelos a través de chatbots que lo virtualizan (griefbots). Ahora, empezamos a comprobar cómo también la industria tecnológica pretende externalizar la inteligencia (IA). El sueño transhumanista de la humanidad mejorada continúa. ¿ La próxima frontera será la filiación ? ¿ Podremos externalizar la paternidad y la maternidad más allá de la muerte y de la experiencia no realizada ? ¿ Quién reemplazará el (no) testimonio del ausente y nunca presente como padre ? ¿ Responderá el GTP4 por él ? A veces, hay cosas del pasado que tiene todo su sentido conservarlas como humanos.

* Este texto ha sido publicado en Catalunya Plural: https://catalunyaplural.cat/es/ultrapadres-se-puede-subrogar-lo-inexistente/.
[1] Lacan, J., El Seminario de Jacques Lacan : « RSI », cours 1974-75, clase del 21 de enero de 1975. Publicado en Ornicar ? nº3, Paris, Mai 1975.

Fotografía : © Pascale Simonet