Editorial – Thomas Van Rumst

© Ateliers d’Art de La Baraque – www.ateliers-art-baraque.be

Mientras que las consecuencias económicas de la guerra ocupan los titulares de toda Europa, Olivier De Ville consagra, en esta edición, una reflexión sobre las causas económicas de la guerra. En efecto, ¿ qué le ocurre a la economía – siempre goce –, cuando no lo trata mas por falta de objeto ?

El sueño americano preocupó primero a Occidente antes de convertirse en una pesadilla planetaria. Los objetos que poblaban este sueño servían como aprovechamiento social. Así, las piscinas que aparecen en la película The Swimmer no tenían otro uso que exhibir el éxito de su propietario. El American Way of Life, brillantemente representado en esta película, acaba siendo una cáscara vacía, como lo señala Cédric Grolleau. El objeto está perdido.

Pero la economía de papá ya no existe. La falta y el agalma han sido reemplazados por la escasez y el desecho. La invasión de nuestras vidas por el exceso de objetos en forma de gadgets no tiene nada de pacificador. Como señala Rik Loose en su texto, estos objetos no son síntoma, sino que más bien nos angustian. Parece que nuestra dependencia de estos objetos es más propensa a la angustia que nuestra dependencia a los poderes autocráticos que apuestan a la escasez.

¿ Qué ocurre con el objeto de deseo en estas condiciones ?¿ Sería el niño el último vestigio ? Paloma Larena nos demuestra cómo el niño, en ausencia de oposición significante, se convierte en el objeto sobre el cual se centra el modo de goce del padre. Este modo es un investimento, siempre libidinal, pero ahora siguiendo un flujo, bursátil en esta ocasión.

¿ Es grave ? Los niños pueden encontrar la manera de inventar una diferencia significante. Sin embargo, esto no ocurrirá sin una palabra que nombre y atempere los excesos de goce, como lo señala Natacha Delaunay a propósito de la literatura infantil. Tiene la función de introducir sin gravedad, pero no sin consecuencias, las cuestiones candentes que nos atormentan, a todas las edades juntas.

Lo mismo ocurre con Nobodaddy.

Traducción : Fernando Centeno
Relectura : Jesica Varela

Fotografía : © Ateliers d’Art de La Baraque